El Romanticismo propulsó, como ninguna otra corriente literaria, la asociación de la Naturaleza con el turbulento estado anímico del individuo. La tempestad física y la tempestad mental eran todo uno. Por descontado que el clima y el entorno descuellan en cualquier practicante del rural noir pero son pocos los que no se limitan a utilizar estos elementos bajo criterios puramente atmosféricos, ambientales o decorativos. Los autores escandinavos de género negro quizá sean el colectivo que más ampliamente ha heredado la pulsión romántica por recurrir a los fenómenos naturales desatados como símbolo y espejo de nuestra psique. Y, entre ellos, Heine Bakkeid estaría sin duda entre quienes han llevado más lejos las posibilidades de esta fusión. Criado en una de las regiones más salvajes y ásperas del norte de Noruega, el escritor vuelve sobre estos parajes formativos -duros, inclementes, “finisterrianos”- para verterlos en toda su fascinante crudeza por su primera novela para adultos, Bajo el faro, inicio de una serie de gran éxito internacional y de tal repercusión comercial en Noruega que ha llevado a los medios tildar a su responsable de “el nuevo Jo nesbo”.
El personaje cuyo interior parece reproducir estos escenarios de pesadilla es Thorkild Aske, ex policía de Asuntos Internos que fue a prisión por homicidio involuntario al conducir, bajo los efectos de los estupefacientes, un vehículo que padeció un accidente en el que murió una joven, Frei. Tras un intento de suicidio es liberado bajo la condición de que haga terapia. Adicto a los medicamentos y traumatizado por el fallecimiento de la joven -de la que estaba enamorado-, se le abre una posibilidad de redención cuando un familiar de la víctima le pide una misión imposible: dar con el paradero de un joven que se disponía a reformar un viejo faro de cara a convertirlo en un local de ocio, el cual a todas luces murió ahogado, dada las fuertes tormentas y la inestabilidad del mar en aquella zona.
Como antes hiciera Dennis Lehane en Shutter Island, Bakkeid ha aunado el suspense, el thriller y el terror a partir de desplegar las condiciones para una conflagración perfecta: una cabeza desequilibrada investigando en un lugar infernal. Una simbiosis letal entre el quién y el dónde. Igual que soltar a un agorafóbico en medio de la Pampa o invitar a un animalista a la matanza del cerdo.
Muertos, desaparecidos y fenómenos extraños desfilan por una isla azotada por feroces y glaciales vientos en la que la realidad y sus deformaciones, los vivos y los fantasmas, los espejismos y los hechos conforman una maraña capaz de poner a prueba la cordura de cualquiera. Un trozo de tierra hostil y rodeado de aguas turbulentas, un faro abandonado y las imprevisibles profundidades marinas actúan como metáforas implacables de la fragilidad de nuestra mente y de los peligros que anidan en ella. De tono alucinado y sobrado de adrenalina, Bajo el faro es un apabullante viaje físico y emocional, en parte puñetazo en el estómago y en parte danza paranoica. ¿Quién se atreve?