Bajo mi piel

25 noviembre 2019

1. Dos días después de enterrar a su marido, Jack, un renombrado fotógrafo brutalmente asesinado mientras hacía footing, Poppy, rota de dolor, se entregó a una combinación de alcohol y pastillas. Al cabo de unos días de los que no guarda recuerdo alguno, apareció en el lobby de su edificio con claros síntomas de desorientación y aturdimiento, y luciendo un vestido rojo hecho jirones que no supo reconocer, estado que la condujo a un breve ingreso en un hospital psiquiátrico. Un año después de los hechos, una serie de pesadillas y alucinaciones vienen a perturbar su día a día, al tiempo que cree ser víctima de un acosador. Las crecientes sospechas de que la versión oficial de la muerte de su marido, según la cual fue víctima de un azaroso acto de violencia (si bien el caso nunca se cerró), no se sostiene, comienza a investigar en su pasado y, convencida de que en algún rincón de su mente yacen claves determinantes para completar un puzzle desasosegante, intentará también llenar esas perturbadoras lagunas de su memoria, so riego de que el relato de su relación de pareja sufra un vuelco perturbador.

2. Como han podido comprobar por su argumento, Bajo mi piel de Lisa Unger es una obra en la que convergen el suspense psicológico -la cotidianidad de los protagonistas sufre una ruptura y la mente se enfrenta a elementos desestabilizadores; la realidad adopta la forma de una intriga que acaba poniendo en riesgo su cordura- y el domestic noir -turbulencias en el seno doméstico, normalmente en forma de mentiras y secretos dentro de un matrimonio, con uno de los cónyuges despertando violentamente de su falsa ilusión de estar (o haber estado) en una relación estable o de conocer bien (o haber conocido bien) la personalidad y modus vivendi del otro.

Para que ambos géneros, muy limítrofes, medren se hace indispensable agarrar al lector encendiendo una alarma y generando uno o más puntos ciegos. En la naturaleza y posterior gestión de estos agujeros -qué ocurrió de verdad en esas zonas de sombra- recaerá la astucia y la honestidad de la obra. Como todo es cuestión de punto de vista -son novelas escritas por sistema en primera persona- lo más socorrido es acudir a un narrador no fiable. Pero también hay categorías dentro de la figura del narrador no fiable. No es lo mismo uno fruto de un desajuste mental que otro que, contra su voluntad, simplemente “lee” su entorno de forma equivocada hasta llegar a interpretaciones y conclusiones peligrosas. Hablamos pues de un terreno minado de trampas donde resulta tentador incurrir en abracadabras, aparcar el juego limpio.

Toda novela con intriga incorpora sus trucos, pero la más lúcida es aquella que menos se aparta y más certeramente maneja el requisito más rudimentario y a la vez más desafiante: dosificar información no adulterada, soltar trozos que al final conformen un todo coherente. Expresado de otro modo, y dado que un libro de estas características tiene algo de ejercicio de prestidigitación, existen los escritores Houdini (artesanales) y los escritores Copperfield (que recurren a efectos especiales). Ambos llevan a cabo un desguace y posterior montaje libre de la historia pero sólo los artesanales parten de un manual de instrucciones eficiente.

Recuerdo que entrevistando a Sarah Waters salió a colación la novela Expiación de Ian McEwan, que también fue objeto de una adaptación cinematográfica y cuya trama también se sostenía en un truco de predestigitación narrativa. La autora de Falsa identidad tenía un baremo para medir si una historia con trampa merecía su admiración. Si repasando la evolución de la misma al lector/espectador se le había contado algo que no fuera cierto, el autor había “jugado sucio”, confundiéndonos con pistas falsas que llevaban a una adulteración del relato y, en consecuencia, al engaño. Cartas marcadas o as en la manga. Si, por el contrario, la ilusión se había generado a partir de una dosificación o sustracción de elementos, de un ángulo de entrada torcido y levemente manipulado que explotara nuestra tremenda ingenuidad y tendencia a activar el piloto automático al encarar una historia, chapeau. Esperamos que los lectores de Bajo mi piel aprecien la voluntad de Unger de jugar en esta segunda liga.

PS: Novela nominada a los prestigiosos premios Edgar y Hammett, y escogida Mejor Libro del 2018 por la web de referencia Crime Reads, Bajo mi piel pasaría cualquier control de calidad del movimiento Me Too: compone una protagonista femenina fuerte y carismática, aborda los complejos lazos de la amistad femenina, denuncia las manipulaciones y sacrificios de los que son objeto las esposas. Y, para el que esto firma, se diría hermanada con uno de esos thriller de los años 90 protagonizados por Diane Lane o Ashley Judd.

Antonio Lozano

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