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Sin cadáver y sin apoyos: Eve Ronin lo tiene crudo

02 noviembre 2020

El concepto de reto no es ajeno a la figura del escritor y guionista Lee Goldberg, quien ya superó con creces el desafío de crear al televisivo Monk, un detective con trastornos obsesivo-compulsivos capaz, a un tiempo, de resultar verosímil en el desempeño de sus labores profesionales y carismático para el espectador. En Colinas de California, la primera entrega de su ciclo sobre Eve Ronin, agente de Homicidios del Condado de Los Ángeles, se sustenta en dos premisas críticas nada comunes que elevan a la novela por encima de los problemas rutinarios que ponen en marcha el grueso de la narrativa negrocriminal.

1) Construir un caso, es decir, reunir pruebas inculpatorias lo suficientemente sólidas para llevar a un sospechoso a los tribunales y conseguir que sea condenado por sus actos resulta extremadamente complicado si no se encuentra el cuerpo de la (s)víctima(s). El peso de las pruebas circunstanciales ha de ser abrumador para contrarrestar los múltiples resquicios, objeciones y contra argumentos que un buen abogado defensor puede desplegar. En esta tesitura se encuentra Ronin cuando entra en un domicilio donde abundan las señales de violencia, empezando por manchas de sangre en diversas localizaciones, que apuntan a que la madre y sus dos hijos que lo habitaban fueron asesinados o secuestrados tras sufrir un ataque brutal. Ahora bien, al no disponer de cadáveres ni de testigos, el punto de partida de la investigación queda reducida a meras conjeturas (por razonables que se antojen). ¿Cómo proceder sin el cuerpo del delito?

2) Por si la investigación en sí no planteara suficientes quebraderos de cabeza, entre los que la presión mediática no es de los menores, Ronin se enfrenta a un ambiente laboral tóxico. Dado que su ascenso en el cuerpo se ha debido antes a la popularidad que ha obtenido un vídeo viral que protagoniza que a una cuestión de méritos propios, sus colegas la miran con recelo, tachándola de arribista, por lo que ganarse su respeto pasa en buena medida por resolver con éxito la triple desaparición a la que se enfrenta. Goldberg consigue todo nuestro respaldo apostando por una mujer joven que planta cara a unas estructuras policiales parcialmente ancladas en viejas dinámicas masculinas.

Hija de su tiempo, En las colinas de California aporta una interesante reflexión sobre el modo en que el consumo televisivo y las redes sociales suponen un obstáculo para el normal funcionamiento del estamento policial y para una investigación. La exposición de métodos para limpiar la escena de un crimen que ofrecen películas y series de televisión en las que los científicos forenses tienen un papel destacado y el modo en que la red fabrica o despedaza reputaciones de un modo caprichoso se cuentan entre los retos de generación más o menos reciente a los que se enfrentan los actuales garantes de la ley.

Michael Connelly, Tana French, Lisa Gardner, Craig Johnson y Garry Disher se cuentan entre los autores de género negro que han celebrado con furor la llegada de esta nueva serie, coincidiendo en la brillantez del personaje principal y el ritmo diabólico al que avanza el caso llamado a auparla o condenarla. Para acabar de convencerlos, un anzuelo irresistible: leyendo En las colinas de California descubrirán una parafilia ligada a El planeta de los simios que los clavará en el sofá.

Antonio Lozano

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