El nombre de Anthony E. Pratt no produce señal alguna de reconocimiento, pero tras él se esconde la persona que más hizo por democratizar la labor del detective. Aquel empleado de una firma de abogados de Birmingham y payaso ocasional nos convirtió a la mayoría de nosotros en sabuesos ocasionales, procurándonos toda la diversión del oficio y ninguno de sus inconvenientes, como tener que sacarse una licencia de armas o acabar magullado en un rincón oscuro. En 1944 Pratt patentaba un juego de mesa basado en las novelas negras ambientadas en una mansión campestre tan caras a la época, sostenidas en el concepto de “whodunnit” (esclarecer al culpable de un crimen) y que buscaba espolear las dotes deductivas del pueblo llano, sacando al Dupin o al Holmes que todos llevamos dentro. Lo bautizó “¡Asesinato!”, pero la empresa Waddington de Leeds que compró los derechos de comercialización decidió cambiarle el nombre por Cluedo (jugando con los términos “Clue” (pista) y “Ludo” (tablero)). La guerra retrasó hasta 1949 su lanzamiento y su éxito fue tan rotundo en Inglaterra y Estados Unidos que pronto medio mundo estaba lanzando las cartas y los dados para descubrir quién demonios había finiquitado al anfitrión Dr. Black (Mr Boddy en América, Juan Cadavery en España).

¿Quizás la joven y aristocrática Señorita Escarlata por medio de un candelabro en el invernadero? ¿O fue el orondo y anciano Coronel Mostaza, de aspecto sospechosamente germánico, asestándole una cuchillada en la sala de billar? ¿Y por qué no el profesor Moradillo, con ese aspecto de autosuficiente intelectualillo que no ha roto nunca un plato, asfixiándolo con una cuerda en el vestíbulo?

Posiblemente el planteamiento cándido y la rudimentaria ejecución del Cluedo original lo han vuelto trasnochado como las novelas que lo inspiraron, pero no es aventurado pesar que merecería una entrada en el “Libro Guiness de los Récords” como el entretenimiento de mesa que más versiones y mutaciones ha merecido. Amén de numerosas puestas al día del juego original añadiendo sospechosos, armas, escenarios, misiones e incluso apoyos como vídeos VHS y DVD´s, Cluedo ha sido objeto de varias adaptaciones cinematográficas y televisivas (obviamente con finales alternativos), ha adquirido la forma de un videojuego, de una colección de libros infantiles y otra de puzzles para mentes lógicas, un musical y una obra de teatro en los que miembros del público escogidos al azar seleccionan tres cartas que determinaban uno de los 216 desenlaces posibles, productos de merchandising como paraguas, coches de juguete, colonias, camisetas, aperitivos…

Las ediciones especiales o temáticas de Cluedo no cesan de perpetuar su mito. Hay que se desarrollan en los escenarios de las películas de Alfred Hitchcock, en el Springfield de “Los Simpson” con Mr. Burns como víctima, en una mansión encantada con la tribu de Scooby-Doo, en el castillo de Hogwarts de Harry Potter, en la CTU de “24” y en la oficina de “The Office”… ¡Larga muerte a Juan Cadavery y sus infinitos heterónimos!

 

Compartir

Síguenos