Los ciervos llegan sin avisar no es una novela negra al uso, pero sí está tejida con sus mimbres. Hace dos décadas ocurrió un accidente que ha quedado sin dilucidar. La Guardia Civil cerró el caso al no contar con pistas. Sin embargo, Carmen, la protagonista, siempre pensó que hubo algo extraño y por ello decide investigar.

Las conversaciones con algunas de las personas que conocieron aquello y la información que le brindan los periódicos –la escritora también es periodista y conoce bien el funcionamiento de los medios- le llevarán a ir concretando datos y a aclarar qué es lo que realmente ocurrió, un oscuro episodio que evidencia cómo la enfermedad –que no la locura- y la falta de amor pueden provocar crímenes que intentamos tapar para no ver nuestros propios errores.

La crisis de un país

La novela se desarrolla en 2014. España está inmersa en una crisis económica, social y moral brutal y todo ello trasluce en esta obra. La protagonista acaba de perder su trabajo en un banco y no es baladí que la autora haya decidido que sea una empresa de este sector la que haya tenido que cerrar y despedir a sus empleados. Son los bancos los que causantes de las ejecuciones hipotecarias.

El país está roto, triste y desmoralizado. Sus ciudadanos también y ello queda patente en sus actos y en cómo enfocan ahora sus vidas. No es sólo la economía: es la frustración de lo que se prometió y no fue. Negocios que cierran y el drama de los desahucios también se hallan presentes en esta novela y con ello la desazón de los que los sufren.

No es la primera vez que Berna González-Harbour alude a la crisis económica. Ya ocurrió en Margen de error, donde denunciaba la nula ética empresarial y aparecían, por primera vez, los indignados del 15M. Sin embargo, esta vez son las consecuencias de todo aquello que leímos en esa novela: el drama humano.

La trama existencialista

Carmen es una mujer que lo ha perdido todo: su puesto de trabajo, bien remunerado, su familia, su lugar en el mundo. Tiene que volver a empezar y para ello regresar a aquello que en un momento quedó sin cicatrizar.

Su punto de partida lo encontrará en un accidente. A partir de la investigación conocerá a otras personas como Daniel, que también ha sufrido el dolor de la pérdida y ha tenido que esforzarse por sacar a su hija, una adolescente, adelante.

La novela, a pesar de que nos muestra un ambiente lúgubre y triste, también se permite el optimismo y la creencia en que el amor nos ayuda a resurgir de nuevo. Las buenas personas también están cerca de nosotros y sólo hay que concentrarse en verlas.

La enfermedad mental y social

A priori, hay varios personajes en esta novela que podrían tildarse como enfermos mentales. Su comportamiento es confuso y fuera de todo sentido común. También podrían verse como malas personas. Sin embargo, a medida que transcurre la novela lo que observamos es que su inestabilidad no es tanto una enfermedad mental como social. Son personas dañadas y maltratadas. Personas, hombres y mujeres, cuya autoestima ha caído por los suelos y no han tenido dónde agarrarse. Un síntoma de que la crisis de un país lo sufren las personas en carne propia y puede generar casos de locura.

Citas de la prensa

“Berna González Harbour ha sabido entender un talante tan peculiar como el de los policías y convertir todo lo que sabe por su oficio en ficción y literatura”. Lorenzo Silva

“La comisaria Ruiz es un personaje cercano que ha venido para quedarse en la literatura española”. Fernando Marías

“Me ha convencido. Llamó a mi puerta y se quedó”. Ernesto Ayala-Dip. El Correo

“Su autora se ha atrevido mucho”. Lilian Neuman. La Vanguardia

“Sigue la mejor tradición de la novela de procedimiento norteamericana, poniendo al día a Ed MCBain”. Paco Camarasa

 

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