Una ciudad portuaria, dicen, es el lugar ideal para una novela negra. Porque junto al puerto se producen todo tipo de trapicheos. Y porque en sus playas, como ocurre en la inolvidable Tatuaje, de Manuel Vázquez Montalbán, que quizá sea el más popular de los casos del detective canalla Pepe Carvalho, pueden encontrarse cadáveres desfigurados. Así que Barcelona ha sido y es un escenario perfecto para todo tipo de tramas. Hay quienes, como el mencionado Montalbán, elevan a categoría de clásico del noir las serpenteantes y oscuras calles del Barrio Chino (hoy conocido como Raval), o cualquier otra sombría calle de un barrio marginal de la ciudad, como hace Carlos Zanón en No llames a casa (RBA). Otros prefieren dejar que sus víctimas y sus verdugos se encuentren en el Ensanche, la zona alta barcelonesa, como Toni Hill, padre del problemático inspector argentino Héctor Salgado, protagonista de Los buenos suicidas. Hill muestra en sus novelas los crímenes que se cometen en la otra Barcelona, aquella que representa La Pedrera, emblemático edificio de Gaudí que, por cierto, ya tiene noir propio, El asesino de la Pedrera (RBA), de Aro Sáinz de la Maza. Luego están, por supuesto, la Barcelona que vive ajena a la postal turística y a la pose cultural, nostálgica de una época en la que los barrios eran barrios y en la que no se especulaba con el suelo (ni la vida) de sus habitantes. Ésta es la Barcelona que el inspector Méndez patrulla en Una novela de barrio (RBA), de Francisco González Ledesma, y aquella donde habitan inspectoras de policía solteras que ya se han acostumbrado a la hostilidad que la siempre aparentemente encantadora Barcelona puede acabar reservándole a una mujer. Aunque no para Petra Delicado, la detective de Alicia Giménez- Bartlett, que bebe cerveza y come bocadillos de chorizo y tortilla de patatas junto a su ayudante, Fermín Garzón, en un bar llamado La Jarra de Oro, que está (porque existe) en La Barceloneta. La mirada de Petra sobre Barcelona es la misma que la de su autora, más fría, más justa, en muchos sentidos, que la de aquellos que sienten nostalgia por una Barcelona que aún nada tenía que ver con el diseño. Como nada tiene que ver con la Barcelona del diseño la nueva novela de uno de los maestros de la novela negra española, Andreu Martín, que en su Sociedad negra  (RBA) retrata los entresijos de la mafia china que opera a la sombra de las tiendas al por mayor que pueblan, por ejemplo, la calle Trafalgar de la ciudad.  

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